Isabel I de Inglaterra, nacida el 7 de septiembre de 1533 en Greenwich, fue la hija de Enrique VIII y su segunda esposa, Ana Bolena. Su nacimiento fue recibido con decepción, ya que su padre ansiaba un heredero varón. Isabel quedó desheredada y declarada ilegítima tras la ejecución de su madre en 1536, aunque posteriormente se restablecieron sus derechos de sucesión.


Durante la turbulenta infancia y juventud de Isabel, la Inglaterra Tudor vivió
intensos conflictos religiosos y políticos. Tras la muerte de Enrique VIII en 1547, su hermano menor, Eduardo VI, asumió el trono, y a su muerte en 1553, su medio hermana María I subió al poder, restaurando el catolicismo y persiguiendo a los protestantes. Isabel, de convicciones protestantes, fue encarcelada brevemente en la Torre de Londres bajo sospecha de conspiración contra María.


María I falleció en 1558, y el 17 de noviembre de ese mismo año, Isabel ascendió al trono de Inglaterra. Su reinado, que se extendió hasta su muerte en 1603, es conocido como la "Era Isabelina" y es considerado uno de los periodos más gloriosos de la historia inglesa. Durante este tiempo, Isabel enfrentó desafíos internos y externos, incluyendo amenazas de invasión y conflictos religiosos.

Isabel implementó la llamada "vía media" en asuntos religiosos, estableciendo la Iglesia Anglicana como una institución que combinaba elementos tanto del catolicismo como del protestantismo, con el Acta de Supremacía de 1559, que la declaró Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra.

En política exterior, Isabel manejó con astucia las tensiones con España, culminando en la derrota de la Armada Invencible en 1588. Este triunfo consolidó la posición de Inglaterra como una potencia naval emergente. También apoyó a los rebeldes protestantes en los Países Bajos y financió las expediciones de corsarios como Francis Drake, lo que incrementó el prestigio y la riqueza de Inglaterra.

El reinado de Isabel también fue una época dorada para la cultura y las artes. El
teatro isabelino, con figuras emblemáticas como William Shakespeare y Christopher Marlowe, floreció durante su reinado, contribuyendo al desarrollo de la literatura inglesa. Isabel misma era una mecenas de las artes y una figura carismática y educada, conocida por su elocuencia y diplomacia.

A pesar de las presiones para casarse y asegurar una sucesión directa, Isabel nunca contrajo matrimonio, lo que le valió el apodo de "La Reina Virgen". Mantuvo una relación estrecha con su consejero principal, William Cecil, Lord Burghley, y más tarde con su hijo, Robert Cecil, quienes la asistieron en la administración del reino.

Isabel I falleció el 24 de marzo de 1603 en Richmond Palace, marcando el fin de la dinastía Tudor. Fue sucedida por su primo, Jacobo VI de Escocia, que se convirtió en Jacobo I de Inglaterra, uniendo así las coronas de Inglaterra y Escocia. El legado de Isabel I incluye la consolidación de la Iglesia Anglicana, el fortalecimiento de la monarquía y el establecimiento de Inglaterra como una potencia marítima y cultural. Su reinado sigue siendo uno de los más estudiados y admirados en la historia británica.